Cárceles de sopor

A muchos les encantan, yo los odio con toda mi alma y fuerza. Cárceles de sopor, eso es lo que son. Los lugares más aburridos sobre la faz de la tierra. Amigos míos, si os queréis morir de asco: id a un puto spa.

Algunos dirán que son la forma perfecta de pasar un fin de semana romántico y relajado en pareja. ¡La pasión emerge! ¡El amor renace! Exclaman extasiados al hablar de aquel lugar. Sí, en los spa se folla mucho. Eso no te lo puede negar nadie. La cantidad de casquetes es directamente proporcional al grado de aburrimiento. Como allí no hay nada más que hacer, o te pasas el día dale que te pego... o te vuelas la tapa de los sesos. Afortunadamente no necesito aburrirme para retozar, sólo necesito mi mozo y, en caso de no estar: Mastercard.

Mi experiencia con los spa fue muy dura, traumática. Un cambio radical de planes me llevó de un supuesto viaje a Holanda a un spa en un pueblo de mierda. Un hotel precioso, sí, pero en un pueblo diminuto sin absolutamente nada que hacer (como casi todos los pueblos de Mallorca). Un lugar tan sumamente muerto que el hotel (de lujo) estaba a nuestra total disposición ya que no había más huéspedes. Parece un plan atractivo, ¿no?. Tres amigas de fin de semana en un hotel vacío, a nuestra total disposición. Desmadre fijo, ¿no?. Pues no. No fue así. Fue entrar en el hotel y ver como mis amigas perdían toda su fuerza vital de golpe. Fue cruzar el umbral y relajarse hasta tal extremo que a las diez de la noche estaban durmiendo... mientras yo veía George de la Jungla totalmente desvelada.

Creo que ese ha sido mi fin de semana más inactivo. La compañía maravillosa, el hotel alucinante y la comida deliciosa... pero jamás me había aburrido tanto a un precio tan elevado.

Dicen que lo importante es la compañía y no el lugar. Mentira, el lugar adquiere mucha importancia cuando tiene la capacidad de noquear a tus acompañantes.