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miércoles, enero 22, 2014

De mayor quiero ser...

Hace poco me preguntaron si recomendaría estudiar pedagogía... y estoy segura que ni de coña haría una putada de tal magnitud.

Sí, no temo decirlo: aunque la pedagogía resulta interesante, apasionante y me encanta, aunque estudiarla me ayudó a ampliar mi percepción del mundo y comprender mejor la realidad, aunque esté convencida de que la mejor forma de cambiar la sociedad es a través de la educación... no soy capaz de recomendarla.

¿Por qué?

La mejor forma de confundir a un estudiante de pedagogía es preguntarle de qué puede trabajar con su carrera. El desconcierto es tal que, al cabo de unos minutos, podrás observar cómo el pedagogo da vueltas sobre sí mismo agitando los brazos y chillando como una nena en un estado de total desorientación, presa del pánico y la desesperación.
La pedagogía tiene ese extraño efecto porque es mágica. ¡Mágica, señores! Es como los discursos de los candidatos a la presidencia: abarca todos los campos y, a la vez, nada. Nuestra formación es tan amplia, tan general e inespecífica, que en todos los espacios en los que podemos ejercer hay gente con estudios más especializados sobre la materia. Los pedagogos, psicólogos, educadores sociales, trabajadores sociales y un largo etcétera de profesionales nos pasamos la vida pisándonos el trabajo y, generalmente, nosotros salimos perdiendo.

Por mi parte, quería ser pedagoga en el ámbito social, creía que podía serlo. Deseaba con toda mi alma trabajar en los Servicios de Protección a la Infancia o en reinserción social. Hice mis prácticas en un centro socio-educativo de reforma, me sentí realizada, feliz y, sobretodo, nadie me pegó. Si ya creía que amaba ese campo, esos meses hicieron que sintiera devoción.
El golpe fue duro cuando al acabar la carrera descubrí que prefieren otros perfiles profesionales y que los pedagogos estamos en peligro de extinción.

No nos quieren, así que, por cabezonería, he empezado el Grado de Educación Social a distancia. Y aunque mi camino vaya a ser lento, alternando estudios con trabajo, repleto de ansiedad y obstáculos... me niego a que el mundo me niegue mi vocación. Pienso ser la educadora social más cojonuda que haya parido Dios.

Este es un claro ejemplo de post de auto-motivación pre exámenes.
Foto tomada hace algunos años en una convocatoria de septiembre. :)

2 comentarios:

Sharpnailis dijo...

Si te pierden por no cumplir matemáticamente con sus expectativas de currículum, son lerdos. Tu tienes lo que la mayoría de gente no tiene: pasión por lo que haces y además talento (que si no, no te hubieras llevado tan genial con tus chicos).
Así que sigue así, no te desanimes aunque los imbéciles de turno te pongas trabas por todo, que tarde o temprano se darán cuenta de lo que vales!

*3*

Jill dijo...

Gracias bonita. T_T

Son mu malos todos.