Igualdad y enseñanza religiosa

Las cuestiones religiosas y de idiomas en educación siempre han sido un punto de debate político importante. Puesto que estamos próximos a las elecciones y estos temas ya empiezan a surgir en las campañas electorales, me gustaría hacer una pequeña reflexión sobre la situación actual de la enseñanza religiosa en España. Para ello entendamos como educación religiosa las clases de religión que se imparten en cualquier colegio.

Según el artículo 27.3 de la Constitución Española de 1978 se establece que el Estado garantiza el derecho de los padres a que sus hijos reciban la educación religiosa y moral que esté acorde a sus convicciones. Es decir, que si son ateos sus hijos estén exentos de ella y si son religiosos reciban una educación religiosa acorde con su credo.

El primer punto está de sobra garantizado gracias a que en 1979 (cuatro días después de la aprobación de la Constitución) se realizó el Concordato entre el Estado Español y la Santa Sede que, a pesar de otorgarle ciertos privilegios, establecía que la educación religiosa católica no ha de ser obligatoria, pero que todos los centros han de ofrecerla. Se garantiza que si se es ateo no te toquen las narices con cosas que no te importan lo más mínimo.

Teniendo en cuenta que, según el artículo 14, todos los españoles son iguales ante la ley independientemente de sus circunstancias o condiciones sociales me gustaría hacer una pequeña reflexión.

A lo largo de la historia se han firmado diversos acuerdos con la Santa Sede que otorgan ciertos privilegios a la religión católica. La situación actual de ésta en la educación es la siguiente:

• Su enseñanza no es obligatoria.
• Ha de ser ofrecido en todos los centros educativos de primaria y secundaria independientemente de su titularidad (públicos, privados y concertados).
• El profesor será seleccionado entre una lista proporcionada por la institución educativa.
  
• El sueldo del maestro es pagado por el estado (aunque pertenezca a un centro privado).

En cambio, respecto a otras religiones tan sólo se firmaron una serie de acuerdos de cooperación en 1992 que establecen que:

• Su enseñanza no es obligatoria.
• Ha de ser ofrecida en todos los centros educativos de primaria y secundaria en la que se solicite si esta no va en contra de los principios ideológicos del centro.
• La elección del profesor será a partir de una lista confeccionada por la entidad religiosa que corresponda.
• El sueldo del profesor no se establece, hay un vacío sobre quién ha de pagarlos.

Si comparamos ambas listas de reglamentación de la educación religiosa podemos observar que hay desigualdades muy importantes.

• La obligatoriedad de ofrecer la religión católica siempre en los centros contra la obligatoriedad de ofrecer otra religión si se solicita (y que por falta de información no se suele hacer).
• La posibilidad de que un centro no acepte la solicitud de que se imparta una educación religiosa no acorde con sus convicciones mientras que la católica siempre es obligatoria (los centros católicos no tienen por que impartir otras religiones, sin embargo un centro musulmán sí que tendría que ofrecer una alternativa católica).
• El pago de los sueldos de los profesores de religión. En el caso de la religión cristiana la paga el estado siempre (aunque sean de un centro privado), en el caso de otras religiones pagan las instituciones religiosas de su bolsillo.

¿Defiende esto los valores de la igualdad? ¿Establece que todas las religiones son iguales o muestra una clara preferencia hacia una en concreto? ¿Es justo que esto sea así teniendo en cuenta de que el Estado es laico? No.

El Concordato entre el Estado Español y la Santa Sede sobre enseñanza y temas culturales es retrógrado y fomenta la desigualdad de privilegios entre personas de diferentes religiones. Actualmente está siendo sometido a debate político (se acercan las elecciones) y se pretende revisarlo para atender a las críticas y adecuarlo a la realidad social actual.

En mi opinión la religión no debería impartirse dentro del horario escolar. No creo que sea competencia de los centros educativos el dar una educación religiosa u otra, sino que es más competencia de la familia, tal y como se hace en Francia. En todo caso, si ha de impartirse bajo condiciones igualitarias para todos los credos. Si los profesores de religiones no católicas no son pagados por el Estado, los sí católicos tampoco tendrían que serlo.