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martes, mayo 16, 2006

Pedagogía y educación


En "La contra" de La vanguardia de hoy Lluís Amiget, profesor y autor del Panfleto Antipedagógico critica duramente la existencia de la pedagogía afirmando que esta es tan solo una "jerga irrelevante para enunciar lo obvio" y que la pedagogía moderna "ha desprestigiado la memorística y afirma que lo importante no es memorizar, sino saber razonar".

Bien, como buena estudiante de pedagogía me veo obligada a rebatir sus argumentos, primero porqué están basados en una total ignorancia de la disciplina; segundo, porque en ciertos puntos resulta contradictorio.

La pedagogía no desprestigia la memorística, vale que en la enseñanza primaria se sugiera que lo más conveniente es unir un aprendizaje memorístico o reiterativo con un aprendizaje práctico y significativo. Es decir, se pretende dar un uso práctico a lo memorizado en otras asignaturas o en la vida misma y que lo aprendido no tan solo sirva para responder las preguntas del Trivial. Se quiere enseñar a aprender, enseñar a buscar la información por medios propios haciendo que los alumnos realicen trabajos y con estos conclusiones acerca de lo buscado y encontrado.
Igualmente en la primaria se considera totalmente necesario un aprendizaje memorístico, más que nada como "entrenamiento cerebral", para que el cerebro cree estructuras cognitivas necesarias para una vida futura.

La pedagogía no niega la importancia del aprendizaje memorístico, quiere que este se combine con otros tipos de aprendizaje para conseguir lo que Ausubel denomina aprendizaje significativo.

Me parece totalmente estúpido y contradictorio tachar de irrelevante e inútil una disciplina creada específicamente para que la educación sea más productiva para los alumnos y criticar el aprendizaje significativo (aprender a razonar) para después afirmar que "enseñar a pensar e algo de lo que todos estamos muy necesitados".
El sistema educativo da un programa de contenidos a los profesores para que estos los inculquen de la forma que vean necesaria, los pedagogos dan diferentes opciones para llevarlo a cabo.

Ahora bien, ¿entonces por qué fracasa el sistema educativo actual? ¿por qué mantenemos este sistema educativo si vemos que es un fracaso? Esta misma pregunta se la realizamos a una profesora hace poco al ver que ella misma criticaba duramente este sistema. Ella nos contestó que no lo sabía, que no comprendía el por qué se mantenía y el por qué las cosas se estaban haciendo de esta forma. Así pues me atrevo a afirmar que el sistema escolar no fracasa por la existencia de la pedagogía, sino por la mala aplicación que el gobierno y las instituciones públicas están realizando en escuelas y centros formativos. Gran parte de los conenidos que he dado este año (estoy en segundo de carrera) se contradicen a los métodos utilizados actualmente.
¿Para qué estamos los pedagogos? Para cambiar esta realidad y conseguir un modelo de enseñanza lógico, práctico y efectivo.

Estoy de acuerdo con la afirmación que es necesario inculcar el respeto y la educación dentro del aula, imponer algo de disciplina, y que esto no se consigue tan solo con buena voluntad. Es necesario que los profesores puedan castigar de "cara a la pared" al alumno cuando esté armando follón en clase y volver al sistema de repetición si no se alcanzan los mínimos establecidos. En la primera medida para que el alumno sepa que el profesor no está atado completamente de pies y manos; en la segunda, para que los padres exijan algo a sus hijos y se empiecen a preocupar por su educación (ya que parece que tan solo se preocupan cuando este tiene la posibilidad de repetir curso -¡Qué mal quedaría ante las amigas de mamá!-.
Pero, sobre todo, para eliminar el desmadre que actualmente reina las aulas hay que involucrar a los padres en la educación de los hijos, hay que explicarles que los profesores no tienen el poder de educarles conductualmente si en sus casas no se les da unos mínimos de educación. ¡Basta de padres permisivos que crean monstruos!

Sin embargo el autor del Panfleto antipedagógico da como solución una medida totalmente radical que deja en evidencia su cansancio y su afán por hacer las cosas rápidas y mal hechas:
"Yo creo que se debería separar a los alumnos desde los doce años y no obligar a todos a estudiar ESO hasta los 16. Así, quien quisiera podría acceder a una formación profesional a los doce y no se vería luego obligado a ser mano de obra barata a los 16". "Éa no debería ser una decisión definitiva, sino reversible en cada curso. Siempre habría de darse al alumno la posibilidad de reintegrarse en el bachillerato académico, que debería durar desde los 12 hasta los 18 años".
Bien, lo primero que debo decir contra esto es que me parece bastante contradictorio hablar de la necesidad de una educación específicamente memorística para evitar la ignorancia y a la vez pretender eliminar la ESO (que lo creáis o no pretende inculcar conocimientos básicos tanto de ciencia y de cultura -otra cosa es que el cómo esté mal planteado y no funcione-) separando a unos alumnos a una edad que creen que saben lo que quieren pero que en realidad no es así. Defiende la mano dura y después pretende evitar esa medida separando a los alumnos, marginando a los que crean problemas en vez de hacerles respetar el clima de clase y educarlos. Fácil y rápido, contradictorio e injusto.

4 comentarios:

Jill dijo...

mierda

Anónimo dijo...

Chica, espero que en algunos de los cursos que te quedan de pedagogía te enseñen a diferenciar al entrevistado del entrevistador.

Jill dijo...

Pues no sé que quieres que te diga, puesto que solo puse lo que dijo el entrevistado.

Sobretodo en la vanguardia se puede diferenciar por el cambio de letritas, fíjate y verás que tengo razón ;)

Otra diferencia importante es que uno pregunta y el otro responde.

Anónimo dijo...

Bien, pues verás que el que pones como autor es el entrevistador ;-)