Me encanta pasar por la Plaza de España cuando a salgo a pasear. Admito que, a pesar de que después de su reforma haya mejorado bastante (sobre todo en eso de que los drogadictos no te salgan de debajo de las piedras para pedirte amablemente la cartera), su atractivo no reside en su belleza o su original diseño. El encanto de esta plaza está en que es un punto de encuentro situado en el centro de la ciudad, así de simple: es un lugar en el que convergen personas de todas las culturas y todo tipo de "tribus urbanas".
Nos podemos encontrar tranquilamente con que la fachada del edificio de oficinas ha sido tomada por los hip-hoperos o por fans del break-dance, cosa que en ambos casos resulta de un interés sociológico notable. Cuando los raperos se quedan con el espacio nos sorprenden con concursos o enfrentamientos de rima improvisada. Juegan así entre ellos para ver quién es el que más habilidades lingüísticas tiene.
En cambio, cuando son los amantes del break-dance los que se hacen con el sitio, aprovechan el suelo marmóleo de la entrada para bailar sin lijarse completamente el cuerpo. Ponen su música y se dejan llevar con sus pasos acrobáticos.
En ambos casos se forma una gran aglomeración de gente curiosa que decide pararse a mirar un rato.
En el centro de la plaza (en unos bancos protegidos por la sombra de un par de árboles) podemos encontrar a los goticos, punks y heviatas. Éstos no nos ofrecen ningún espectáculo artístico como entretenimiento, pero son mis favoritos. Quizás sea por afinidad musical, porque siempre me ha encantado su forma de vestir o porque hubo una época en la que gran parte de mis amigos seguía esas tendencias (nunca olvidaré cuando uno me dijo que era heavy de corazón).
Finalmente podemos encontrar en un lado de la plaza el grupo de personas "que dan miedo". Es la zona que siempre evitas al pasar porque te da mal royo. No sabes el por qué de esta práctica discriminatoria de la plaza, pero haya quién haya, intentas evitarla.
A esta mezcla estilística le debemos sumar todos los grupos que pasan continuamente por allí: emos, pijos, frikis, porretas, quillos y un largo etcétera tan extenso como personas hay en el mundo. Sin olvidar, claro está, al grupo de hombres-gamba que suele pararse delante de la heladería para hacer una demostración de lo bonito que puede resultar ver un cuerpo atractivo sin camiseta haciendo capoera. Una delicia visual que puedes combinar con un buen helado de avellana y chocolate.
Realmente esta es una de las características más curiosas de mallorca. Los grupos están bastante juntos y revueltos. Puedes ver todo tipo de parejas de amigos sin importar al grupo al que pertenezcan y es bastante fácil tener amigos de todos los tipos y colores.
Nos podemos encontrar tranquilamente con que la fachada del edificio de oficinas ha sido tomada por los hip-hoperos o por fans del break-dance, cosa que en ambos casos resulta de un interés sociológico notable. Cuando los raperos se quedan con el espacio nos sorprenden con concursos o enfrentamientos de rima improvisada. Juegan así entre ellos para ver quién es el que más habilidades lingüísticas tiene.
En cambio, cuando son los amantes del break-dance los que se hacen con el sitio, aprovechan el suelo marmóleo de la entrada para bailar sin lijarse completamente el cuerpo. Ponen su música y se dejan llevar con sus pasos acrobáticos.
En ambos casos se forma una gran aglomeración de gente curiosa que decide pararse a mirar un rato.
En el centro de la plaza (en unos bancos protegidos por la sombra de un par de árboles) podemos encontrar a los goticos, punks y heviatas. Éstos no nos ofrecen ningún espectáculo artístico como entretenimiento, pero son mis favoritos. Quizás sea por afinidad musical, porque siempre me ha encantado su forma de vestir o porque hubo una época en la que gran parte de mis amigos seguía esas tendencias (nunca olvidaré cuando uno me dijo que era heavy de corazón).
Finalmente podemos encontrar en un lado de la plaza el grupo de personas "que dan miedo". Es la zona que siempre evitas al pasar porque te da mal royo. No sabes el por qué de esta práctica discriminatoria de la plaza, pero haya quién haya, intentas evitarla.
A esta mezcla estilística le debemos sumar todos los grupos que pasan continuamente por allí: emos, pijos, frikis, porretas, quillos y un largo etcétera tan extenso como personas hay en el mundo. Sin olvidar, claro está, al grupo de hombres-gamba que suele pararse delante de la heladería para hacer una demostración de lo bonito que puede resultar ver un cuerpo atractivo sin camiseta haciendo capoera. Una delicia visual que puedes combinar con un buen helado de avellana y chocolate.
Realmente esta es una de las características más curiosas de mallorca. Los grupos están bastante juntos y revueltos. Puedes ver todo tipo de parejas de amigos sin importar al grupo al que pertenezcan y es bastante fácil tener amigos de todos los tipos y colores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario