Mademoiselle Why Artwork

martes, junio 12, 2007

Sucesos extraños

Hay momentos en la vida en los que no puedes confiar plenamente en tus sentidos. A lo largo de mi existencia he vivido pocos de estos instantes pero hoy, al abrir la puerta de mi cuarto, me he dado cuenta de que esa visión podría sumarse a mi corta lista. He visto doble.

Lo que era uno ha pasado a ser dos. Ante tal imagen mi primer impulso ha sido cerrar de nuevo la puerta quedándome fuera y frotarme los ojos. Me dolía bastante la cabeza, así que no sería de extrañar que alguna zona de mi cerebro estuviera sobre estimulada y que hubiera tenido una visión. Una jugarreta de mis neuronas o algo.

He vuelto a entrar y me he acercado a mi visión doble... No había un gorrión, sino dos.

Mi segunda reacción ha sido la de perplejidad. ¿Tanto duraba una visión? No, aquí había gato encerrado... los dos Flufys se movían independientemente el uno del otro. No era cuestión de una mala jugada de mis sentidos, la verdad era que había dos Flufys.

¿Cómo podía haber pasado esto? Quizá mi Flufy había traído una amiguita del colegio para jugar en casa... Intenté consolarme desesperadamente. Cuando terminen sus juegos se irá otra vez con su mamá...

Tonta, imposible. Tu gorrión es un pobre polluelo, no es un niño que vaya al colegio y haga relaciones sociales.

Bien, entonces se habría reproducido por mitosis. Nadie me dijo nunca que los pájaros pudieran hacerlo pero quizás lo diesen por sobreentendido, la educación actual tampoco es que sea muy eficiente. Si las Gatchan podían hacerlo, ¿por qué no Flufy?
En plena confusión mental mi hermano entró en mi habitación y me confesó que lo había encontrado mi padre, que cómo había visto que cuidaba tan bien al primer gorrión pensó que podría salvar al segundo también. Si ya cuidaba de uno podría cuidar perfectamente a dos... y si seguimos así de tres, cuatro y una bandada entera, porque se ve que ahora soy para mi familia la salvadora de los gorriones desvalidos.

Resueltas mis divagaciones intenté alimentar al segundo polluelo, que se negó en rotundo a comer hasta que saqué mi As: los potitos de ternera y verduras. En ese momento se volvió loco e intentó devorarme hasta los dedos. No sé que deben llevar esas papillas que desesperan tanto a los pájaros, ¿cocaína?

Me siento como aquellas madres que, educado al primer hijo, se vuelven a quedar preñadas y se ven obligadas a comenzar de nuevo. Un desastre vamos, ahora cada mañana voy a tener un coro de pajarillos piando en mi cuarto... a las seis de la mañana, como siempre.

2 comentarios:

Kaworu dijo...

Potitos con cocaina... pues no me extrañaria

Ades dijo...

Recuerda, siempre puedes acabar formando un ejercito de mortales picotazos....